Enrique de Mestral *
Umberto Mazzotti **
Darío Villalba ***
Siendo la bioética una disciplina nueva, que se ocupa del estudio sistemático de la conducta humana en temas de la vida y la salud, a la luz de los valores y principios que la han inspirado, hemos querido analizarla en el contexto de nuestros países.
La bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral (1).
Si bien la clonación, la fertilización in vitro, la utilización de células madre de origen embrionario son de gran implicancia ética y la manifestación de ese absolutismo de la técnica, no tienen en nuestro medio gran penetración, por la alta tecnología necesaria, los altos costos y la mínima franja social que podría tener acceso a ellas.
Por el contrario, nos encontramos con graves problemas de atentado contra la naturaleza como es el caso de vertederos sobre corrientes de agua dulce, ej. Cateura sobre el Río Paraguay, basurales sin control que afectan a la salud de la población, agroquímicos de uso masivo al costado de poblaciones campesinas, que dañan el suelo, los cursos de agua y su salud.
El Paraguay duplica su población en unos 20 años. Formamos parte del 82 % de la población mundial, los llamados países “en desarrollo”, con gran mayoría de pobres así como todos los demás de este grupo. El 18 % restante (primer mundo o países desarrollados) “gobierna” el planeta a través de las multinacionales, las onegés, los organismos de las Naciones Unidas, con implantación de políticas poblacionales, económicas y sociales. Es bochornoso ver como todos los Ministerios de Salud de nuestros países deben ajustarse a parámetros de control poblacional, no teniendo en cuenta la dignidad del inicio de la vida.
En cuanto a la planificación familiar, ya el informe Kissinger hablaba de la necesidad de frenar el crecimiento demográfico de los pueblos pobres y describía métodos precisos para lograrlo. Hoy en día existen políticas concretas para frenar nuestro crecimiento poblacional en vez de apuntar al desarrollo humano. Se suma a esto una fuerte tendencia a implementar leyes que regulen o despenalicen la interrupción de los embarazos no deseados, argumentando que así protegeríamos de complicaciones a las madres que abortan a sus hijos. Es como proteger al criminal para que mate sin mancharse las ropas. Este modo de pensar ofende a la razón.
El desamparo de los niños en situación de calle o de las embarazadas adolescentes rechazadas por su medio familiar, la violencia doméstica contra los niños y mujeres, el abuso de mujeres a temprana edad, la mendicidad, son temas candentes que tocan a la ética de la sociedad y tienen mucha influencia sobre la salud de la población.
La detección tardía del cáncer de cuello uterino y de mama, que son entidades tratables a tiempo es debida a la poca información que llegue a las usuarias, a su desidia a veces y sobre todo a la ignorancia del pueblo.
El escaso o casi nulo desarrollo de los cuidados paliativos hace que gran número de pacientes terminales sigan teniendo un tratamiento inadecuado o desproporcionado en hospitales preparados para hacer frente solo a enfermedades agudas y graves y con un enfoque exclusivamente biomédico. La deficiencia de la legislación al respecto hace menos probable aun que se implementen estos cuidados frente a la falta de conocimiento de parte de los profesionales de la salud de conceptos como medios ordinarios, extraordinarios, proporcionados, desproporcionados, limitación del esfuerzo terapéutico, eutanasia, suicidio asistido o eugenesia.
La escasa disponibilidad de los analgésicos opioides (morfina sobre todo) ya sea por la dificultad en su prescripción (recetarios cuadruplicados que se consiguen solo en el Ministerio de Salud) o por la ignorancia en su uso por la mayoría de los médicos, hace que gran número de pacientes necesitados de una adecuada paliación de sus dolores, no accedan a este recurso sencillo.
Hace unos cinco años se viene implementando en algunas facultades de medicina e institutos de enfermería el estudio de la bioética que influirá en algunos años mas a impregnar de todos estos conceptos a la clase profesional de la salud.
La discusión de estos temas es apasionante con los jóvenes estudiantes de medicina o enfermería. Ellos culminan la materia con capacidad para analizar estos temas con criterio propio. Y son ellos los que verán en su vida profesional cada vez más dilemas que analizar a medida que la ciencia y la técnica vayan presentado adelantos que no siempre contribuyen al fortalecer o respetar la dignidad humana.
El nuevo nombre de la paz es el desarrollo. Es hacia eso que deberíamos apostar y no a impedir la venida de seres humanos ni a destruirlos. Con escasa población no se dan las oportunidades para que surjan hombres capaces de iluminar a los demás.
La educación será el pilar del desarrollo. Ella no debe estar dirigida solamente a que les de la posibilidad de saber hacer algo sino que debe ser integral. Desde la educación de los afectos en el seno del hogar, los aspectos cognitivos con la educación formal, el conocimiento de las normas de convivencia social, los valores y por último (y lastimosamente muy pocos), acceden a la vivencia de la espiritualidad, abiertos a la trascendencia y a Dios.
En todas las culturas se dan singulares y múltiples convergencias éticas, expresiones de una misma naturaleza humana, querida por el Creador, y que la sabiduría ética de la humanidad llama ley natural (2).
El respeto de los derechos humanos, coincidencia de toda la racionalidad, debe ser el eje de la educación en valores.
1. Benedicto XVI. Caritas in veritate, 74
2. Benedicto XVI. Caritas in veritate, 59.
* Profesor titular de la FCM. Cátedra de Ética médica y Bioética
** Departamento de Oncología del Hospital de Clínicas. Especialista en Cuidados Paliativos
*** Especialista en Oncología y Bioética
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